Marisol Peña Cobas: “Cuando estás luchando por la libertad, no hay golpe que te detenga”
Según consta en la base de datos alojada en la web de Justicia11J, Marisol Peña Cobas (Camagüey, 1977) y su esposo José Luis Acosta fueron detenidos en su hogar el 16 de julio de 2021 por agentes que rompieron la puerta y los llevaron a la Unidad de Enfrentamiento de Delitos contra la Seguridad del Estado, en calle 2da y Cornelio Porro, en el reparto Garrido. Durante su detención, comunicaron a sus familiares que estaban en huelga de hambre. Marisol fue enviada a reclusión domiciliaria el 14 de agosto por su presunta participación en una protesta del 11 de julio, bajo cargos de “desorden público”. El 23 de agosto se le exigió el pago de una multa de 500 pesos cubanos y se archivó su causa penal.
El 19 de marzo de 2023, Marisol y José Luis fueron detenidos con violencia cuando intentaban asistir a misa para pedir la libertad de presos políticos. Marisol fue liberada unas horas más tarde, después de ser interrogada y amenazada; mientras que José Luis estuvo detenido hasta el día siguiente y liberado con una multa. El 20 de marzo de 2023, Ienelis Delgado Cué y Marisol protestaron en la Plaza del Gallo para pedir la liberación de José Luis, siendo ambas detenidas. Marisol fue liberada con una fianza de dos mil pesos y acusada de “Otros hechos contrarios al desarrollo del menor”.
El 26 de septiembre de 2023, se envió una citación a Marisol —quien ya se encontraba fuera del país— para que se presentara en Fiscalía Municipal, relacionada con un proceso para privarla de la custodia de su hija menor, por su actividad política.
En esta entrevista, Marisol cuenta sobre su primera detención en el año 2000, cuando todavía no entendía de política, su encarcelamiento tres años después; así como su vinculación con movimientos opositores y las causas que la llevaron al exilio. Como parte de la campaña #CubanasEnResistencia de Iniciativa para la Investigación y la Incidencia, esta conversación muestra la violencia del régimen contra quienes lo enfrentan abiertamente.
¿Cómo te involucraste con la oposición y cuándo comenzaste a hacer activismo?
En el año 2000, en Camagüey se hacían cuchillos artesanales y fuimos a Matanzas a venderlos. Estábamos en Santa Marta, en la calle. Allí, nos detuvieron y nos pidieron carnet de identidad. Se me ocurrió decir que Cuba nada más era libre para los turistas. Me detuvieron, me llevaron a juicio y me echaron dos años por peligrosidad. Estuve encerrada seis meses en la prisión La Bellotex, en Matanzas. Luego me sacaron para una granja abierta, un campo de trabajo forzado en Jagüey Grande, en la misma provincia. Tenía que cargar sacos de naranja. Yo allí nada más estuve dos días. Me tiré por la noche de un segundo piso y, por la madrugada, ya estaba en Camagüey. Estuve tres años evadida, huyendo de ellos. A los tres años quedé embarazada, no tenía un carnet de identidad ni cómo ir a un hospital. Me presenté para poder tener a mi hija y terminar de cumplir lo que me habían sancionado.
Allí en la prisión parí a mi hija, que hoy tiene 20 años. Cuando salí, busqué personas que pensaran igual que yo, porque no era posible que yo fuera la única que viera que en Cuba las cosas estaban mal. Estuve en varias organizaciones, pasé a ser parte de la UNPACU (Unión Patriótica de Cuba) en 2014. Estando embarazada de mi hija menor, me detuvieron, me dieron golpes, me dejaron un día entero detenida. Con UNPACU, yo seguía saliendo a la calle a manifestarme, a tirar octavillas, a repartir propaganda de lo que es la libertad. En 2016 vi que UNPACU se desintegró y conocí la ideología libertaria; decidí ser libertaria independiente. Apoyé a diferentes movimientos y partidos que se encontraban en Camagüey; en 2020, apoyé la huelga de San Isidro… Era independiente.
¿Cuándo entraste a prisión en 2003, embarazada, cuánto tiempo tenías y cuánto tiempo estuviste?
Entré con seis semanas de embarazo, salí cuando la niña tenía 1 mes y 19 días de nacida. Ellos me tuvieron allí, parece que para adornar un hogar materno que estaban haciendo y que terminaron ese mismo año. Yo fui una de las que inauguró ese hogar materno en La Bellotex. Habíamos cuatro embarazadas y una perdió la barriga ahí en 2003 ahí, se le murió el niño en la barriga porque no había condiciones ninguna.
Toda la barriga la pasé con las demás reclusas. Pero un día me sacaron para un hogar materno normal porque me habían hecho una biometría fetal (para calcular el peso del feto) y la niña, con 32 semanas, pesaba dos libras. Me llevaron para un hogar materno en la calle Versalles, en Matanzas, donde podía comer otras cosas y la niña fue aumentando de peso.
Cuando aquello mi mamá estaba viva, estuvo desde que me sacaron para el hogar materno en Matanzas hasta que regresé a la prisión ya con la niña. Fuimos a ver a una abogada, le pagamos y me dijo que no podía hacer nada por mí porque no existían papeles míos en los tribunales. Parece que, cuando yo me evadí, no hicieron la denuncia y lo que hicieron fue desaparecer mis papeles. O sea, me tenían allí presa y nada más lo sabía mi familia. Mi mamá y el padre de la niña le dijeron a la directora de la cárcel: “ya nosotros sabemos lo que está pasando con ella y aunque tengamos que cruzar el malecón caminando y llegar a Miami para denunciar, lo vamos a hacer”.
Cuando la niña cumplió un mes y 19 días me llamaron y dijeron que me habían presentado la libertad. Mi carta de libertad decía “sancionada en el año 2000 a dos años de peligrosidad y puesta en libertad por buena conducta en el 2004”, dime quién entiende eso, porque hasta en eso son brutos.
¿Cuántas veces estuviste detenida?
Esa fue mi primera vez. Fui a prisión por motivos políticos que yo no sabía que eran políticos. Y ya después fueron infinidades de detenciones, sobre todo después del 2008 hubo detenciones, golpizas, y de todo.
Fueron miles de detenciones arbitrarias, porque salíamos a protestar con carteles, o a pedir la libertad de alguien, y nos golpeaban y nos detenían. La oposición de antes no tenía internet, ni teléfono. Se hacía prácticamente a lo rústico, con lo que podíamos, que era el cuerpo de nosotros, y que el pueblo supiera que sí se podía.
Después cumplí otra condena, en el 2009. Mi hija mayor, que ahora tiene 31 años, se pone a decir en la escuela que ella estaba en la secundaria, pero que ella no quería estudiar más porque estudiar en Cuba era por gusto, porque el comunismo no servía. La pasaron a ella a un centro de menores, donde estuvo presa un año. Y a mí me sancionan por “Otros actos contrarios al normal desarrollo del menor”, pero cuando eso no existía este Código de Familia que le daba a ellos todo el derecho de quitarme a mi hija, así que me sancionaron a un año domiciliar.
¿Recibiste información explícita sobre el régimen penitenciario al que serías sometida y sobre cómo presentar quejas?
No, no, nada. De hecho, cuando me sancionaron, la fiscal, una mujer, me pedía un año de internamiento y el juez pidió un año de prisión domiciliaria. Nadie me llevó seguimiento, pero yo no me iba a meter un año en la casa, yo seguía saliendo y haciendo mis cosas.
¿Te fueron informados tus derechos cuando estuviste presa?
De hecho, yo no tuve ni abogado porque yo dije que yo no iba a gastar un peso en abogado, no me pusieron tampoco de oficio. Allí en ese juicio me defendí yo sola, fue un juicio sin abogado.
¿Pediste ver tus derechos como reclusa en algún momento?
No me interesaban. A ellos, ¿qué derecho tú les puedes exigir? Tú sabes que tienes tus derechos como ser humano, pero que ellos te los arrebataron hace muchos años.
¿Te interrogaron agentes de la Seguridad del Estado durante la detención y la reclusión, durante el tiempo que estabas en tu casa en prisión domiciliaria? ¿Por qué? ¿Para qué?
Sí, ellos iban mucho a la casa. A quien usaban mucho para amenazarme era al jefe sector de esa época. Yo en ese tiempo no entendía mucho. Sabía de que todo estaba mal, quería que eso se terminara. Cuando le dije a los del Partido Demócrata Cristiano de allí de Camagüey el día que iba a ser mi juicio, nadie fue. Fui yo sola, y mi mamá y mi hermano y la niña mía, que se quedó fuera porque era pequeña la que nació en la prisión, y no la dejaron entrar.
¿A qué distancia estaba tu domicilio de la prisión?
Como 10 horas de viaje, mi mamá pasaba un trabajo para ir allá… tenía que ir en tren y aquello era un calvario. La última vez que mi mamá fue le dije “no vengas más porque entonces yo me quedo aquí preocupada de lo que te pudo haber pasado en el camino para atrás”.
De tu experiencia en la Bellotex, ¿crees que esos centros penitenciarios respetan el principio internacional de separación por edad, género, sanción, que establece la norma?
Ahí ligan a todo el mundo. Yo, embarazada, estaba en el mismo lugar donde mujeres que habían matado lo mismo niños que viejos, que a sus maridos. También me pusieron junto con todas esas personas que habían malversado, aunque para mí funciona eso de que “ladrón que roba a otro ladrón tiene 100 años”. Perdón, para mí eran unas heroínas todas las que les robaban el dinero a ellos. Igual pasa con los presos políticos actuales, los ligan con asesinos.
Todas eran mujeres y había mujeres que tenían preferencias por su mismo sexo, y todas estábamos juntas. Las edades… eran de todo tipo. Ahí había lo mismo de 16 años que de 30, de 40, de 50, hasta de 70 años.
¿Con cuántas personas conviviste en la celda?, ¿qué espacio tenía?, ¿cuántos baños?
Sé que eran bastantes, porque un cubículo son muchas muchas literas, una al lado de la otra. Son muchas naves grandes, de cubículos grandes, y no había divisiones. Los baños no tienen puerta. Eran como cuatro o cinco duchas nada más. Y el espacio, nada más te daba para pararte de la cama y ya tenías la otra cama enfrente.
¿Fuiste en algún momento discriminada por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen social, fortuna?
Para ellos, a todo el que se les enfrente, no les importa de qué color sea ni lo que sea, ellos lo maltratan. A quien le diga las cosas en su cara como lo hacía yo, tiene problemas. Mira, yo no tomaba leche. Yo nunca he tomado leche, y el vaso de agua leche que me daban a mí, se lo daba a una señora que estaba allí por malversación y un día las guardias se tomaron el vaso de leche y salí discutiendo y fajada con ellas.
Para ellos, si tú eres negra, mientras seas comunista, no les importa. Cuando eres negra y no estás con ellos, te dicen “negra de mierda”, “negra”, “esclava”. Te dicen todas esas cosas, porque a mí me lo han hecho.
A la vez, siempre hay preferencia cuando hay familiares que le pueden llevar regalos a las guardias, a la directora. Pero conmigo eso nunca pasó, porque yo vengo de una familia pobre, que lo único que le quitó el comunismo fue la libertad. No le pudo quitar más nada, porque ya nosotros nacimos bajo dictadura. La libertad fue lo único que nos robó antes de nosotros nacer.
En lo que respecta a la salud, ¿contaste en la prisión con algún mecanismo de reconocimiento de tus necesidades de atención, incluida la salud mental?
No, psicólogos no vi. Allí había una doctora bastante joven, acabada de graduar y ella trataba de obligarme a comer. Las enfermeras eran reclusas a las que enseñaban a poner inyecciones y tomar temperatura y presión.
¿Cómo eran la celda y las condiciones de higiene?
Allí todas las embarazadas cogimos parásitos vaginales por el agua sucia, estancada, y nos llenamos de parásitos. Empezaron a darnos metronidazol. La limpieza la tenían que hacer las mismas reclusas. Yo nunca lo hice, porque yo dije que yo no iba a limpiar nada.
¿Cómo era la comida en cuanto a cantidad y calidad, valor nutritivo? ¿En qué horario le suministraban los alimentos?
Cantidad, una gota; calidad, ninguna. Aquello era casi crudo, cuando te lo comías el dolor de estómago era grande. Cuando nos daban a las embarazadas un pedacito de carne, era una carne hervida sin sal y sin nada. Horario, a la hora en que estuviera. Lo cocinaban ahí en la prisión.
¿Estuviste o estuvo alguna reclusa de tu entorno sometida a incomunicación, segregación o módulo de vigilancia especial o semi aislamiento?
No, no estoy segura. Las visitas se las daban a la gente. Cuando estabas en celdas de castigo, no te daban visitas, pero no nos enterábamos de esas cosas en esos tiempos, no era como ahora, que muchos presos políticos denuncian. En esos tiempos todo era en silencio. A mí nunca me llegaron a meter a una celda porque estaba con la barriga, pero yo siempre estaba formando escándalo ahí. Y les decía, “pónganme en una celda, a mí me da igual”.
¿Crees que se perdió la perspectiva de los objetivos que en algún momento tuvieron sobre las penas y las medidas privativas de libertad?
Actualmente, ellos priorizan meter en prisión a todo el que se opone a ellos, porque en Cuba todos los días hay 20 o 30 muertos, porque los mataron para robar. Y en Cuba todos sabemos que los mayores delincuentes los tenemos en el poder, y que cada vez que el pueblo sale a protestar sueltan a sus perros asesinos a golpear al pueblo. Entonces no nos están protegiendo de nada, ellos se están protegiendo ellos.
¿Qué pasó después del 11 de julio?
Estuvimos en huelga de hambre durante 20 días tras ser detenidos durante 34 días. A pesar de salir de prisión, continuamos nuestro activismo, participando en protestas y asistiendo a la iglesia para discutir la situación política de Cuba. Fui detenida nuevamente y amenazada con perder la custodia de mi hija si no abandonaba el país. Luego, mi hermana pagó una fianza de dos mil pesos para liberarme. En abril, la policía interrogó a mi hija de siete años durante dos horas. Con la ayuda de amigos del exilio, logramos viajar a Nicaragua, donde recibimos apoyo para pagar la entrada y nos brindaron alojamiento. Después de pasar por Honduras, Guatemala y México, finalmente llegamos a Mexicali con la ayuda económica de la madrina de nuestra hija.
Nos alojamos en casa de una joven con la que todavía mantenemos contacto, pasamos la Navidad juntos y actualmente seguimos en comunicación con ella y planeamos visitarla de nuevo cuando obtengamos la residencia. En nuestro viaje hemos conocido a personas increíbles, porque cuando no haces daño y luchas por una causa justa, Dios te pone buenas personas en el camino.
Cruzamos la frontera el 26 de diciembre con una cita y nos otorgaron un parole por dos años junto con una I-94. Mi esposo está en proceso de obtener un permiso de trabajo y ya tiene licencia de conducir. A los cinco días tuvimos que independizarnos, pero gracias a Dios conocimos a un pastor hondureño que nos acogió en un apartamento de la iglesia durante unos 15 días, donde nos trataron mejor que en toda nuestra vida en Cuba. Nos dieron ropa, comida y hasta juguetes para nuestra hija.
Mi esposo encontró trabajo en menos de un mes y seguirá trabajando para la misma empresa cuando nos mudemos a Miami.
¿Cuál es el estatus legal que tienen en los Estados Unidos?
Nos dieron un parole por dos años… yo supongo que fue porque vieron las evidencias.
Estamos agradecidos con este país y con todas las personas buenas que nos han apoyado. Porque sin Dios, sin nuestros hermanos, y sin todas esas personas que nos hemos ido encontrando en el camino de Nicaragua hasta acá no, no lo hubiéramos logrado. Dios nos puso a esas personas en nuestra vida y en nuestro camino.
Cuando tú tienes esa convicción de que estás luchando por algo que realmente te pertenece porque te lo regaló Dios al nacer, que es la libertad, no hay golpe que te detenga, no hay golpe que tú sientas. Cuando me golpeaban ya yo ni lo sentía, yo gritaba con más fuerza “abajo la dictadura” y “libertad”, y como yo miles de opositores, no era yo sola.
Sí, se puede, sí se puede luchar. Lo que no hay es que tenerle miedo al miedo. Miedo tenemos todos, hay que saber enfrentar el miedo.